
El asunto es que soy una cobarde cuando de dolores, sangre, carnes abiertas, heridas cortantes, etece, etece!!! Se trata; No tengo el valor para enfrentar esas situaciones, me falta la valentía, para afrontar lo que se convertirá para mí, en mas menos una semana aquejada de males y pasando rollos mentales, en las noches con insomnio. No como mi hermana, que dónde ve una herida o enfermo ella quiere estar, no lo comprendo y ella no me comprende a mí, la cuestión es que somos diferentes pero no menos importantes. A mí me gusta escuchar a la gente, y poder apreciar las heridas del alma, lo que el corazón aqueja, y no las de la piel sangrante. Eso es claro.
Volvíamos de un día de playa, en auto por la autopista que da entre la Costa y Santiago (capital). Y de pronto vimos delante de nosotros, como un pequeño auto iba siendo conducido de manera poco hábil. Un inmenso camión, venía por nuestra derecha, y de pronto, siento que alguien del auto nuestro dice, Van a chocar!!! Y el ruido grande. Tuvimos la suerte de no estar en medio de ese caos, pues pudimos ser tocados por cualquiera de los dos vehículos.
La primera reacción fue, tenemos que parar!!! Y ver si la gente está bien, aunque había temor porque el impacto se había sentido grande. Todos, es decir las tres personas que iban en el auto, dijeron Si! Excepto yo la número cuatro, que dije Nooooo!!! Sigamos, NO pares!!! (Ya el miedo me consumía, no podía imaginar la escena). El auto siguió avanzando dada mi negación a bajarnos, pero luego retrocedió, paró y todos bajaron, menos la cobarde que se quedó dentro del auto (yo). Todo lo que hice fue orar, dar una plegaria porque todo estuviera bien, o menos mal.
Pasaron varios minutos antes que decidiera bajar y ver. Iba con las manos sudorosas, y el corazón todo apretujado; mientras mas me acercaba al lugar, sentía más alto mis latidos, pensé que caería ahí mismo abatida, por el solo hecho de que me temblaban mucho las piernas.
Hasta que pude ver a una mujer joven tendida en el piso, estaba medio inconciente, sus ojos lloraban solos y cerrados, y sollozaba bajito, se lamentaba, tenía frío, estaba ahí con golpes. El novio de ella, estaba ensangrentado con un golpe en la cabeza; no se sentó, caminaba de un lado a otro desorientado, iba y venía como no sabiendo qué hacer, estaba en shock, ambos estaban en shock, yo también.
No supe cómo, de pronto me vi tomada de la mano de la mujer, acariciando su pelo, hablándole bajito que todo saldría bien. Le sequé las lágrimas, pasé mis manos por su cara, quise arroparla. Luego sin saber cómo tampoco, le puse mi cortaviento a su novio que andaba solamente en polera, no me importó si la dejaba con sangre, no me importo nada la verdad. Terminé junto a otros más, dando ánimo, dando tranquilidad, y revisando junto a carabineros el auto por las pertenencias que los jóvenes nos habían dicho que traían. Faltó que me metiera a la ambulancia con ellos, y pasara la noche pendiente de cómo iban evolucionando.
Cuando se fueron las ambulancias, y nos subimos al auto para retomar camino, todos estábamos impactados por lo que habíamos presenciado y vivido. Pudimos haber sido nosotros. Una de las cosas que se dijeron y que hizo soltar la risa entre tanta preocupación y nervio, fue el comentario, ¿Y qué hacías tú ahí??? ¿Cómo es que estabas sentada en el suelo con la mujer herida??? ¿Eras tú???!!!!!
Si, yo tampoco sé cómo llegué ahí, no quiero repetir la experiencia, pero si se da un día, quiero tener el valor que esa noche tuve, sin ser yo, siendo.
Anouna