jueves, 30 de diciembre de 2010
Felíz Año 2011
miércoles, 13 de octubre de 2010
VAMOS CHILE QUE SE PUEDE...Y SE PUDO!!!


cobre y piedra, silencio (...)
Cordilleras
viernes, 8 de octubre de 2010
Palabras de Hoy

Hoy no viene a mi memoria la nube,
ni el mar, ni las aves, las estrellas azules,
menos la mariposa taciturna posada
delicadamente sobre el brazo;
ni la musa de cabellos largos mirando
detrás de la ventana, ni los dioses que observan
por debajo de las cortinas, mi humanidad.
Hoy sólo pienso en zapatos, cebollas, pan, ajo,
mantequilla, vagabundo, sapos y culebras;
cosas demasiado comunes para pintar un poema,
entonces, no lo llamaré poema
-para que nadie se ofenda-
Le llamaré palabras de hoy, mis palabras, mi hoy.
Hay días así tan humanos,
tan sorprendentemente humanos; absurdos, aburridos,
cansados, despiertos, felices, extraños, días de mí.
Y es que lo cotidiano me alcanza y en alguna hora
habrá una cebolla para picar o un ajo para moler;
la mantequilla de campo estará sobre la mesa,
no será foie gras ni queso camembert,
será la mantequilla sobre el pan caliente
más sabroso que pasos de bailarina de ballet, en puntillas.
El vagabundo que “cuida” la entrada de la iglesia,
me regaló un “beso enorme” en la mañana,
fue como un alarido llegando a mis oídos,
una necesidad confesada de un ser que espera
alguna caridad a la pasada, incluso un beso.
Tuve ganas de abrazarlo y darle uno en su descuidada mejilla,
pero sólo atiné a devolverle el gesto con una sonrisa,
su olor penetrante me apartó de él.
Mi alma es demasiado pobre a veces.
¡Y qué decir de los zapatos
que en ocasiones anteriores por tener tantos
no sabía cuál ponerme!
Zapatos sólo eso, algo para ir y venir
con rapidez o lentitud nada más.
La vanidad, esos diseños tan variados, la fina coquetería,
el deseo de que las miradas se dirijan a los pies
¡Cuánto tiempo perdido para poder combinarlo todo!
desde los aros al vestido, desde el anillo a la cartera,
todo por unos zapatos, para salir y llegar.
No es un poema obviamente,
solamente palabras que en el hoy surgieron –mi hoy-
Acaso sólo más que unos cuantos
Sapos recostados sobre la laguna
y culebras sin piernas.
Anouna
miércoles, 26 de mayo de 2010
Mientras llegan las Historias


miércoles, 24 de marzo de 2010
Aprender
Hace días que estoy tratando de hacer una entrada en este blog, no me ha sido fácil. Hubo instantes después de este tiempo de temblores, terremoto, maremoto, noticias, etc. en que sentí la fragilidad de la vida; no, no siempre se percibe su fragilidad, hasta que algo nos remece; es cierto que se tiene conciencia de que la vida es algo que puede ser frágil, pero no se dimensiona en su totalidad, hasta que algo sucede. No sé cómo explicarlo, suceden tantas cosas después de un remezón de todo tipo, ya sea físico, emocional o espiritual. Creo que una catástrofe, nos mueve en todas las esferas que nos componen, volver a dejar sin temblores internos cada una, es todo un desafío posterior.
La calma va retornando, y si se hace un poco esquiva, somos cada uno responsables de hacernos el ánimo de buscarla. Hay tiempo para todo, y después de algo tan fuerte, es tiempo de ir poniendo todo en su lugar. De una u otra forma hay que tratar de sacar las angustias, los temores, las inseguridades, etc. Y cada cual buscará su forma de hacerlo.
Mis hijos por ejemplo, buscaron sus amistades; se juntaron cada día para conversar, para reír, para contar en qué estaban al momento del terremoto. Ha sido la única experiencia que han tenido en remezón, al menos de tierra; y cada uno tuvo su propia visión y forma de enfrentarlo.
El día del terremoto, mi hijo mayor de 18 años, no estaba en casa, él había ido al departamento de una amiga a más menos una hora de viaje de nuestra casa. No saber nada de él fue angustiante, los teléfonos móviles no funcionaban. Luego cuando ya nos reunimos todos, y cuando nos comenzamos a relajar, fueron saliendo los detalles. Mi hijo estaba en el décimo piso, junto a dos amigas en el departamento, ¿cuál fue la reacción de los chicos? ¡Saltar! Saltaron todo lo que pudieron mientras el sismo estuvo en su momento Peak, dijeron que así se sentía menos, o algo así. Supimos de otros jóvenes que se encontraban en la zona cordillerana, muy cerca de lo que fue el epicentro; ¿qué hicieron estos chicos? Estando en un lugar abierto, zona de camping, entre cerros, árboles y río; se tiraron al suelo, de espaldas, para sentir el movimiento de la tierra contacto a contacto. Dijeron que la experiencia había sido impresionante. Cuando le han preguntado a algunos niños sobre el Terremoto, ellos dicen que pensaban que la mamá y el papá, estaban bailando. Cuan diferente podemos vivir una misma experiencia, o similar, con tantas formas de enfrentarla, y contarla.
Ya comenzaron las clases y cada cual está retomando su labor. Ha seguido temblando, y las zonas afectadas siguen afectadas, pero con mucha esperanza; claro, con dolor, y el recuerdo de ese instante, que fue más bien un horror para muchos.
Todos los que vivimos la experiencia entre los límites que fue; de una forma u otra, más cerca o más lejos, con mayores desgracias, menos, o sin desgracias. Algunos encontraron la experiencia como asombrosa, otros como un terrible momento, y otros sumamos otro terremoto al recuerdo.
Lo cierto es que hubo un quiebre, hubo un antes y un después; Y ahora hay que retomar desde donde hemos quedado, para algunos será más fácil para otros complicado, pero debemos seguir avanzando, todo nos debe enseñar.
Quiero aprender de los jóvenes, ellos tienen un modo práctico de hacer las cosas, sin dejar de ser sensibles, solidarios y compasivos. Los jóvenes, fueron los primeros en estar en todo, lo más completos posibles. Esa bella forma de compartir los sentimientos, las emociones, la risa, el nerviosismo, las experiencias, los miedos, los terrores, las impaciencias, la calma. Ellos se juntaron con sus pares, para compartir el momento, algo que de pronto a los más adultos, nos cuesta tanto; más bien nos encerramos en mundos individuales, tratando de ocultar todas las emociones, lo que se siente, lo que se sintió, lo que se conmovió, lo que no; Y luego nos preguntamos, ¿Porqué es tan difícil avanzar? ¿Por qué nos sentimos tan solos, por qué cuesta arribar y salir de los tiempos duros?
Hay que aprender de los jóvenes, creo que ellos tienen una forma de ver las cosas, que nos puede ayudar a los más mayores a relajarnos un poco más.
Sí, para algunos costará más poder recomponer todas las áreas afectadas por el terremoto y los temblores, dado las diferentes formas de vivirlo y el grado de daño que nos causó. Todo tiene su tiempo, es cierto. Y creo que ahora es el tiempo, de aprender de los jóvenes y volvernos un poco a ellos, para mirar con su mirada, práctica, sin dejar de ser sensibles, solidarios y compasivos; con ellos, entre ellos y con otros.
Anouna
martes, 2 de marzo de 2010
Noticias

Les abrazo a todos, no puedo por tiempo contestar todos los correos y saludos, sepan que mi familia está bien y yo igual. Tristes por los que han sufrido perdida total tanto en familia, como en casas. Eso es lo más triste.
Abrazos, Muchas Gracias.
Anouna
lunes, 22 de febrero de 2010
Carrusel

Esa tarde salí a caminar por el pueblo, no tenía un rumbo fijo, simplemente me deje llevar por el instinto, por el recuerdo, por las sensaciones, que algunas calles me traían. Mientras iba caminando, encontré una plaza vacía, que de pronto me pareció vagamente conocida, estaba al final de una calle, bien solitaria, con casas que parecían no tener habitantes. No supe bien en qué momento dí la vuelta en alguna de las esquinas y me encontré con este lugar tan distinto al resto. Tenía un aire a recuerdo, pero se diluía rápidamente, sin alcanzar a retener el lugar en mi memoria. Tenía una intuicion, pues sentía, que me era muy familiar, y cercana, esa plaza.
Tiene pocos árboles y hay uno que otro banco; está muy en silencio. Hay un columpio roto, un resbalin que no tiene pintura, un sube y baja de madera; No tiene césped, apenas unas plantas que seguro tienen aún reserva de la última lluvia, como único recurso para sobrevivir. Me azota un calor, el sol de mediodía, está totalmente directo en mi cabeza, es verano intenso, miro el cielo tan azul, tan luminoso, que me ciega por un momento los ojos al mirarlo. Me llegan unas risas de niños, me doy vuelta y en el centro de la plaza veo, para mi total asombro, un Carrusel muy viejo, con sus caballos, con una madera muy gastada por la lluvia, con una pintura que ya ha sido toda arrancada por el viento y el agua. Tiene unos pequeños espejos que están rotos, todos partidos. Las luces que llenan los costados, están sin sus ampolletas. Todo parece en total abandono, como todo el resto de la plaza, de la calle, del lugar entero. Pero, no sé de dónde escucho risas de niños, me sonrío, me produce una alegría y un nerviosismo que me revolotea en el estomago. Estoy sola parada mirando esa antigua calesita, tengo una emoción que se acrecienta, y miro hacia mí alrededor y estoy tan sola.
¡Sube! Siento que me gritan desde arriba del carrusel, miro con asombro, no hay nadie, ¿Quién me hace una broma? Quizá alguien me siguió sin darme cuenta y ahora se ríe de mí.
¡Sube! Ven rápido que ya parte!!
Miro, miro con mayor expectación, me llegan más nítidas las risas, ahora son muchas más; Entonces, doy un paso para subir al carrusel, y me sorprendo de ver, que mis zapatos son pequeños, de charol negro, donde sobresale un bello calcetín blanco, bien doblado a los tobillos y con una flor bordada delicadamente, y en color violeta. Cuando pongo ambos pies y estoy arriba, siento una música, y se encienden todas las ampolletas. Oh!! Me tapo los ojos, y la boca!! con asombro, miro el cielo del carrusel y tiene tantos colores! Entonces, sucedió lo más extraordinario, me miré en el espejo y vi una niña, me parece conocida, me acerco con precaución, cuando ya estuve en frente de la imagen, di un salto hacia atrás! Era yo!!! Yo!!! Pero niña!!! Con mis dos trencitas a los costados de mi cabeza, mis ojos vivaces, mi sonrisa, y hasta estoy sin los dos dientes que perdí a los seis años. Cerré rápidamente la boca, me daba tanta vergüenza cuando mis hermanos me decían la ¡¡“Vieja sin dientes”!!. Entonces sentí la voz de mi hermana que me decía. ¡Ya, vieja sin dientes, súbete a tu caballo que vamos a partir! La miré con enojo, pero en cuanto reconocí mi lindo caballito, con sus colores y rayitas doradas, (como un caballo de princesa), nuevamente sonreí con mis dos dientes menos.

Comenzó a dar vueltas lentamente el Carrusel, sentí un vértigo en el estomago, la emoción del viaje fantasioso; Un vuelo rasante por sobre el mar, siempre me produce un poco de mareo; pero es demasiado bello. Lento... lento, veo pasar la vida girando ante mis ojos, se ven los rostros desconocidos de tanta gente en cada vuelta. ¿De dónde salió toda esa gente? Y de pronto veo el rostro de mi padre, con sus ojos verdes, su piel canela, su mano en alto y sonriendo, lo saludo sin temor a soltar una mano, pues ya soy experta en equilibrio, ya puedo saludarlo en movimiento. ¿Hace cuánto que no te veo papá? Hace tantos años, ya son ¡catorce¡ Tantos! Casi había olvidado tu cara y tu sonrisa; el verde de tu mirada, tu pelo blanco, tu piel tan lisa. Te sonrío y no me avergüenzo por mi boca desdentada, son sólo dos papá, ya crecerán los otros dientes, ¿Cierto? Mamá está a su lado, tan joven, tan bella, su morena piel, su porte de reina, su saludo señorial, su olor a crema, el aroma de su pelo, su vestido entallado y su chaleco blanco sobrepuesto.

Abro los ojos y estoy detenida. ¡Todos tienen que bajar! Dice un señor, que tiene muchos boletos en la mano. ¡No puede ser! digo indignada, ha sido la vuelta más corta que nos han dado. Me bajo del carrusel apretando los nudillos de mis pequeñas manos. Cuando pongo un pie sobre la plaza, veo mis zapatos azules de taco, mi cartera que ha quedado en el suelo, un silencio total en todo el lugar. Toco mi pelo que llevo suelto, mi falda, mi blusa. Miro el carrusel y no entiendo nada, es el viejo carrusel de hace tantos años atrás, en solitario.
De pronto, escucho una voz, que me dice:
¿Te subes otra vez? Mi padre me mira, me entrega el boleto, sonrío sin mis dientes, siento que soy más feliz, que el último segundo anterior... en que fui tan feliz.
Anouna

sábado, 30 de enero de 2010
Simple Día

Cuando la tarde bordea ya los 35º comienzan a surgir ideas. No saldremos lejos, no iremos a la playa, no este día, no iremos muy allá porque simplemente el sol nos aplasta con su calor. Entonces mientras estamos sentados sorbiendo un café (sí, eso no se discute ni aplaza, puede hacer un calor horrible, pero el café acompaña, no sé, cosas que no se pueden dejar de hacer). Estamos ahí, cada uno con su cuaderno y lápiz, a ratos conversamos. Te miro, y ya notaste que quiero decir algo. Sí, tengo una idea rondando y rondando. Así que te digo: ¿Que te parece si tomamos un par de mantas, y no vamos a sentar bajo los árboles del parque? Llevamos nuestros cuadernos, lápices, un libro, no sé, lo que necesitemos para estar un tiempo fuera y relajados. (No hemos ido a recostarnos sobre el césped, hace mucho tiempo, quizá años?). Me dices: Vamos! Y me salta de inmediato una sonrisa grande de esas que te aparecen, cuando piensas que irás al mejor de los lugares.
Así que busqué rápidamente, las mantas, y todo lo demás. Nos despedimos de los que quedaban en casa, como si nos fuéramos al Himalaya. Caminamos, media cuadra desde casa y ya nuestro destino estaba ante nuestros ojos, que emoción!!!! El Parque!! Cruzamos la calle y ya estábamos ahí; ahora lo que quedaba era buscar un buen lugar para sentarse, mejor si hay un gran árbol, el sol es intenso. Primer obstáculo, andan los jardineros municipales regando. Cómo???!!! El césped está mojado, en varias partes. Caminamos y caminamos buscando ese lugar que permitiera nuestras mantas reposar. Y de pronto, ahí estaba, un gran árbol dando una sombra exquisita, ahí a unos pasos, se había formado una pequeñita lagunita, para los pájaros, se sentían risas de niños, había un día totalmente relajado en ese lugar.
Pusimos nuestras mantas sobre el pasto, pusimos los elementos que llevamos, y nos acostamos sobre las mantas. El viento suave que hacía el árbol, el sonido de las hojas, y el frescor que produjo mirar el agua. Se hizo delicioso el momento tan lleno de simpleza, que fue grande, muy grande.
Poco a poco nos rodearon unos perros, (cuatro) esos perros que viven en el parque, que un día fueron de alguien y ahora son de todos, y que buscan un dueño o dueños, al menos por un instante. Se sentaron a nuestro lado, nos miraban curiosos. Si alguien de pronto corría cerca de nosotros uno de ellos se levantaba para corretearlos, eso nos hizo mucha gracia, un gesto que no se olvidará. También cantaba con todas sus ganas un Zorzal, luego, sin más, totalmente dueño también del lugar, bajó muy cerca nuestro, directo a esa lagunita que se había hecho. Se metió en medio del charquito, y comenzó a merendar, almorzar, cenar, no sé!!!! No tengo idea de los horarios de comida de pájaros, pero ahí estaba, comiendo lombrices, unas largas lombrices que veíamos que tironeaba entre el agua y la tierra. Abrí unos ojos sorprendida, este pajarito no dio un tremendo espectáculo, verlo tomar su comida fue algo inmensamente bello.
Un poco más allá un grupo de adolescentes sentados en un círculo jugando, deben haber sido unos 15. En otro lugar también cerquita, un grupo de párvulos, con sus cuidadoras, felices los niños, curiosos por querer ir directo a la lagunita, objetivo? Meter los pies al agua. Fueron sacados rápidamente.
Nosotros conversamos, conversamos y conversamos. Nos reímos, miramos, nos hicimos confidencias de añooooss! Y disfrutamos ese momento no planificado, tan simple, tan llano, sin mayor recurso que una manta en un parque a casi dos pasos de casa. A veces los mejores momentos son aquellos por los cuales simplemente nos dejamos sorprender.
Anouna

miércoles, 13 de enero de 2010
EL MINUTO 59

Una vez escuché una historia, que cuando fue contada, me emocionó tanto, que nunca más la he olvidado.
Contaban de unas ratitas de laboratorio, con las cuales estaban estudiando algunos comportamientos. Pusieron a la Rata número Uno dentro de un recipiente hondo con agua, estaba de tal modo construido que no le permitía tener ninguna posibilidad a la ratita de poder alcanzar una salida, ni menos sujetarse a otras áreas que no fuera estar dentro del agua flotando, o nadando. Pasó algo de tiempo (no más de una hora, algo así, eso no lo recuerdo bien, digamos que fue una hora) Y el cansancio hizo que perdiera las fuerzas y se ahogara.
Los que estaban haciendo el estudio, tomaron notas de todo, para nuevamente repetir la experiencia. Ahora, con la rata número Dos. La dejaron dentro del estanque en las mismas condiciones de la Uno, la única diferencia que se hizo, fue que apenas un minuto antes del tiempo en que había muerto ahogada la rata primera, es decir, a los 59 minutos, le pusieron a la rata Dos un soporte, una base para descansar; Luego la sacaron, y dieron por terminando el experimento ese día.
Al otro día nuevamente pusieron a la rata número Dos en el estanque, con las mismas condiciones de la rata Uno. Comenzaron a medir los tiempos, y pasaron los minutos; se acercaba el plazo de una hora, (tiempo en el que había muerto ahogada la primera rata) Pero la segunda rata, seguía dando batalla en el agua. Pasaron los minutos nuevamente, y llegó la segunda hora, y ella muy agotada, seguía manteniéndose a flote, hasta que finalmente la sacaron.
Entre todas las teorías entregadas, debido a la increíble diferencia de una rata, a otra en el tiempo de mantenerse a flote y con vida, teniendo las mismas condiciones, salvo por la diferencia, de que la segunda tuvo un soporte donde afirmarse para descansar, y luego poder salir. Se llegó a la conclusión que al colocarle en un momento una base de apoyo para que descansara, ésta rata, en la segunda oportunidad, se quedó flotando, en la espera que en algún momento le pusieran el soporte para salir de ahí.
La Esperanza, así calificaron la experiencia, esa rata se mantuvo firme en la esperanza, sabiendo que existía una oportunidad para salvarse si alguien le daba un soporte para sobrevivir.Lo dejó grabado en su memoria, cuando le habían dado una base donde sostenerse, eso la mantuvo a flote tanto tiempo. Algo que la primera nunca tuvo, y se abandonó sin tener ese apoyo en su recuerdo.
Cuando escuché esta historia, me causó un impacto tremendo. Estaba viviendo un tiempo difícil, y mis fuerzas estaban llegando a la Hora de mi tiempo, Estaba con ese desánimo que produce querer abandonarse, dejarse ir, sin luchar. Fue cuando escuché la historia, fue como si me tiraran un salvavidas en el minuto 59, y desde esa vez es que me mantengo a flote, pues ya sé, que si estoy en medio de las aguas, dentro de algún estanque de la vida, tengo en mi memoria el recuerdo de un apoyo, un soporte, que me pueda ser lanzado en cualquier minuto; por lo tanto, sigo luchando, sigo nadando, sigo flotando, tratando de mantenerme viva!! Con el pensamiento latente de que en algún momento, desde algún lugar, si llegó a tener alguna dificultad que me mantenga en un pozo de agua profundo, podré asirme a algo y salir para descansar. Siempre estoy viviendo, con la esperanza del minuto 59.
Anouna
martes, 5 de enero de 2010
¿Conversemos un Café?

Esta es una frase típica en casa, o con mis amigas. La verdad creo que muchos aplican esta frase, pues, díganme que no hay nada más grato que una buena conversación tomando un rico café. (Bueno, algunos-as preferirán un té u otra cosa, a mí me vale el café Si?)
La verdad el momento se hace doble y se va multiplicando a medida que pasan las horas. Me gusta conversar, me gusta también escuchar. Lamento eso sí que no todos los temas me interesan, y algunos francamente me aburren, por ejemplo “Farándula” “Telenovelas”, por decir algunas, entre otras tantas. Pierdo inmediatamente el interés, no en la persona, pero si en la conversación. Hay veces que se me nota demasiado, pues me quedo en silencio, con el sonido más despreciable que emitimos cuando algo no nos interesa, MMMMMMMMM, Aja! Pero ya me conocen así que tratan de omitir esos temas, en todo caso, si sé que para la otra persona ese es su tema, bueno, escuchar en silencio no hará daño.
Pero se dan momentos tan amenos que apetece una y otra vez buscar el momento de un cafecito, ya sea en casa o en una linda cafetería.
Una de las cosas que hace un café y hablar, es que permite conocernos, acercarnos y animarnos a encontrar los puntos en común. Es un momento relajado, distendido, jovial. Así que nos puede permitir poder decir lo que sentimos, reír, planificar, confesar, resumir, ampliar, tratar, resolver en fin, todo lo que permite el momento.
He tenido maravillosos tiempos de cafés. Recuerdo, una vez que nos pilló una lluvia torrencial a una amiga y a mí, nos refugiamos en un cafecito a la pasada, teníamos el pelo empapado y la ropa también. Pedimos un café, yo generalmente lo pido cortado, y nos trajeron unas inmensas tazas blancas, tan bellas, con un café tan lindo decorado, junto a una galletitas, que el momento se hizo magia. Veíamos la lluvia como pegaba en los ventanales, la gente fuera corriendo o caminando apurados buscando dónde guarecerse, unos iban con las manos sobre la cabeza, varios entraron a nuestro café. Conversamos del mundo entero, de nuestro mundo. Y tuvimos un tiempo increíble en historias y risas. Fue genial. Luego se fue la lluvia se terminó el café y seguimos con nuestro regreso a casa.
Buscar el momento para un café conversado, es una rutina que no nos dejará indiferentes. Pasar un tiempo con las personas, hablar o escuchar, será un momento espectacular.
Entonces…
¿Conversemos un café?

Anouna